Spiriman comienza formulando la siguiente pregunta: "¿A un profesional del servicio público se le debe de pagar en las horas laborales por echar una siesta al medio día o acostarse unas horas por la noche?" Esta pregunta la realizó él mismo porque, según cuenta, tiene conocimiento que en el hospital de Traumatología, había médicos que se pegaban siestas de hasta 3 horas, dejando los pacientes al cargo de los residentes toda la tarde (curiosamente, en muchas ocasiones tenían familiares sindicalistas). Jesús cuenta que, cuando era residente en Motril, tuvo la tremenda suerte de haber tenido siempre a su lado a un médico adjunto, ayudándole en los peores momentos gracias a su experiencia. Esto, por desgracia, no siempre pasa. Cuando entró a trabajar en el Virgen de las Nieves, recuerda que una de sus compañeras desaparecía todos los días a las 12 de la noche. De hecho, ningún residente se atrevía a ir a por ella y despertarla para pedirle ayuda, porque luego le podía caer...